El 80% de Certificados Energéticos tramitados en España ha obtenido una clasificación igual o menor a D en la escala oficial de la A a la G.
El pasado 1 de junio entró en vigor el nuevo decreto ley 235/2013, una regulación que obliga a establecer el Certificado Energético de todos los inmuebles a la venta o en alquiler exigida por la Unión Europea. Con este documento, se determinan los niveles de consumo energético y la emisión de CO2, dando idea de las necesidades de mejora en este sentido.
Para ello, el sistema empleado incluye un rango que va de la A la G, siendo la primera la clasificación de mayor eficiencia y la última la de menor. Los resultados tienen por objetivo la promoción de reformas enfocadas a mejorar la eficiencia y, en consecuencia, al ahorro de energía aunque carecen de carácter vinculante.
En la escala alfabética, el rango de la A a la C son los de menor consumo respecto a la media, llegando a un 55% menor en las calificaciones más altas. Las notas D y F corresponden al consumo medio, mientras E y F suponen consumos de hasta un 125%. También se incluyen en los electrodomésticos.
Hasta el momento, se estima que más de 100.000 viviendas en España han obtenido ya el certificado energético obligatorio para inmuebles a la venta o en alquiler.
De las estadísticas extraídas de estos certificados se extrae que este tipo de viviendas no están acondicionadas según parámetros de eficiencia energética. En el caso de la Comunidad de Madrid,por ejemplo, del total de 34.500 trámites solicitados, sólo el 0,2% cuenta con una calificación energética A y el 0,8% con la calificación B. Les sigue la calificación C con un 4%, y la D con un 14,5%. Así, el 80,5% corresponde al resto de clasificaciones con un 48,3% la E, un 13% la F y el restante 19,2% G. Estos datos, a parte de intentar concienciar a los propietarios, van acompañadas en cada caso por recomendaciones y posibles intervenciones para mejorar el consumo energético y las emisiones de CO2 de cada vivienda.
Según apunta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, el consumo para calentar y producir ACS Sanitaria (el agua caliente para el consumo humano) puede llegar al 67% en una vivienda, según informes publicitados por Panasonic. Es por ello que el sistema de calefacción y producción de agua caliente sanitaria es clave para conseguir que una vivienda alcance una mayor clasificación en eficiencia.
En este sentido, uno de los sistemas que ofrece mayor respeto al medioambiente es la bomba de calor. Basada en la aerotermia, la bomba de calor altamente eficiente utiliza una fuente de energía renovable y gratuita, el aire, para calentar y enfriar el hogar y producir agua caliente sanitaria. Se trata de una tecnología limpia, segura, económica y respetuosa con el medio ambiente comparada con otras alternativas que usan combustibles fósiles como el gas y el gasoil, u otros sistemas basados en resistencias eléctricas.
Aunque la intención con la imposición de estos certificados sea promover reformas en los hogares que garanticen un uso más eficiente de la energía consumida, lo que ha impulsado a los propietarios, compradores o inquilinos a acometer las reformas o cambiar electrodomésticos ha sido, principalmente, el ahorro estimado que el cambio podría suponer en las facturas de gas y luz.
El pasado 1 de junio entró en vigor el nuevo decreto ley 235/2013, una regulación que obliga a establecer el Certificado Energético de todos los inmuebles a la venta o en alquiler exigida por la Unión Europea. Con este documento, se determinan los niveles de consumo energético y la emisión de CO2, dando idea de las necesidades de mejora en este sentido.
Para ello, el sistema empleado incluye un rango que va de la A la G, siendo la primera la clasificación de mayor eficiencia y la última la de menor. Los resultados tienen por objetivo la promoción de reformas enfocadas a mejorar la eficiencia y, en consecuencia, al ahorro de energía aunque carecen de carácter vinculante.
En la escala alfabética, el rango de la A a la C son los de menor consumo respecto a la media, llegando a un 55% menor en las calificaciones más altas. Las notas D y F corresponden al consumo medio, mientras E y F suponen consumos de hasta un 125%. También se incluyen en los electrodomésticos.
Hasta el momento, se estima que más de 100.000 viviendas en España han obtenido ya el certificado energético obligatorio para inmuebles a la venta o en alquiler.
De las estadísticas extraídas de estos certificados se extrae que este tipo de viviendas no están acondicionadas según parámetros de eficiencia energética. En el caso de la Comunidad de Madrid,por ejemplo, del total de 34.500 trámites solicitados, sólo el 0,2% cuenta con una calificación energética A y el 0,8% con la calificación B. Les sigue la calificación C con un 4%, y la D con un 14,5%. Así, el 80,5% corresponde al resto de clasificaciones con un 48,3% la E, un 13% la F y el restante 19,2% G. Estos datos, a parte de intentar concienciar a los propietarios, van acompañadas en cada caso por recomendaciones y posibles intervenciones para mejorar el consumo energético y las emisiones de CO2 de cada vivienda.
Según apunta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, el consumo para calentar y producir ACS Sanitaria (el agua caliente para el consumo humano) puede llegar al 67% en una vivienda, según informes publicitados por Panasonic. Es por ello que el sistema de calefacción y producción de agua caliente sanitaria es clave para conseguir que una vivienda alcance una mayor clasificación en eficiencia.
En este sentido, uno de los sistemas que ofrece mayor respeto al medioambiente es la bomba de calor. Basada en la aerotermia, la bomba de calor altamente eficiente utiliza una fuente de energía renovable y gratuita, el aire, para calentar y enfriar el hogar y producir agua caliente sanitaria. Se trata de una tecnología limpia, segura, económica y respetuosa con el medio ambiente comparada con otras alternativas que usan combustibles fósiles como el gas y el gasoil, u otros sistemas basados en resistencias eléctricas.
Aunque la intención con la imposición de estos certificados sea promover reformas en los hogares que garanticen un uso más eficiente de la energía consumida, lo que ha impulsado a los propietarios, compradores o inquilinos a acometer las reformas o cambiar electrodomésticos ha sido, principalmente, el ahorro estimado que el cambio podría suponer en las facturas de gas y luz.
Asombroso, pero es la realidad.. nos implantan de la noche a la mañana un sistema de certificación que exige mucho más de lo que la construcción o la eficiencia de las viviendas de españa puede llegar a tener.. la pregunta es.. ¿creéis que todo esto no está premeditado? esto esconde un gran negocio detrás.. y no hablo de la realización de certificados.. echarle un ojo a el proyecto que se está realizando a nivel europeo (aerocoin) .
ResponderEliminarsimplemente os dejo ahí el comentario para que penséis al respecto compañeros... por suerte o por desgracia vivimos en unos tiempos de cambio.
un saludo